viernes, 24 de septiembre de 2010

Peronisis, Rhodas y llena la plaza si tenés con que


Arranco diciendo “confieso que he sido Pino Lozanista”. En otros tiempos incluso me comí unas empanadas en el jardín de la casa de Pino para celebrar el lanzamiento del primer Infosur (órgano de divulgación de Proyecto Sur). Ya entonces se prendió una alarma cuando en las elecciones de 2007, siendo fiscal de mesa para Lozano en capital, el análisis frente al balotaje en capital fue “Filmus y Macri son lo mismo”. Humildemente disentí con las directivas de la conducción. Me parecía que aún por más que el kirchnerismo y el campo popular en sí todavía no tuviese la fortaleza para imponer un cambio recontra revolucionario feten feten, no iba a ser lo mismo un gobierno de Macri que uno de Filmus. O por lo menos, iba a ser lo mismo para mí, que como caliente todos los días y no le tengo que poner mucha agua al puchero, pero no para muchos, que son los más. Para éstos esas diferencias no eran pequeñas diferencias frente a cambios estructurales, sino enormes diferencias en su calidad de vida concreta y cotidiana. La UCEP y la política de vivienda de Macri demostró que ese análisis era un pifie enorme. Cuestión que esa luz se prendió en su momento y no le di mucha bola.
La que definitivamente me indicó que estos muchachos habían chocado la calesita fue evidentemente la 125. Incluso para ellos fue un tema espinoso. Más allá de las discusiones sobre distribución del ingreso, establecimiento de un doble tipo de cambio, o la pura demostración política de pugna por la legitimidad del Estado en la injerencia de los asuntos económicos, hoy por hoy ningún pinolozanista se enorgullece de la foto con Buzzi. Creyeron ver ahí un aliado y un representante del pequeño campesinado (actor que realmente hoy no existe como tal) que hoy pide devaluar siguiendo el tradicional reclamo de los sectores propietarios contra los sectores asalariados, pero tuvieron otro pifie en el análisis.
El real problema, es justamente hacer ejercicios de análisis, con variables en el aire como si fuesen bloques de rasti que uno pone y saca a gusto y piaccere, y no un ejercicio de peronisis que piense la acción política en el marco de las situaciones reales, contemplando los procesos necesarios para llegar a un resultado y no la bondad del resultado en si, siempre con una ética de la responsabilidad y no solo de la convicción.
Esta diferencia se ve en una anécdota de militancia, en como la cuentan por un lado los pinolozanistas y por otro lado los kirchneristas. Algo así como un Melinda y Melinda de la militancia. Cuenta Pino que Kirchner le dijo: “Pino, el 70% de la gente está a favor de la estatización de YPF”. Aclara a continuación “Pero no la estatiza” y concluye “porque es un cobarde”. Uno, ex militante del pinolozanismo conocía esta anécdota. En el kirchnerismo, la anécdota tiene una secuela. Es la misma historia solo que Kirchner sigue hablando y dice “Juntame 30 mil personas en la plaza y yo la estatizo”. Ahí esta, quizá, la principal diferencia. Otra anécdota, que vaya a saber uno si es verdad, pone al Willi Moreno en una unidad básica respondiendo a las quejas de una señora que decía que la leche estaba cara. Willi entra explicar la cadena de formación de precios desde el tambero,
pasando por las usinas lácteas, hasta la comercialización, frente a lo cual la señora insiste con que nada de eso le importa, que la leche está cara. El bueno de Willi pierde la paciencia, como eventualmente nos pasa a todos, y le retruca a la señora “Bueno señora, para que este más barata hay que expropiar las tierras, las vacas y las usinas, para que pasen a ser del Estado. Si yo hago eso, la voy a ver a usted en la plaza apoyándome?”.
Más allá de que los muchachos de Mastellone la levantaron en pala aprovechando los saltos de
productividad del sector en los 90 sin bajar los precios digno de todo Grupo concentrado y de que hay otras cosas que se pueden hacer, la anécdota vale. De lo que se trata no es del programa mejor diseñado, sino de tener por un lado un Estado capaz de imponer ese programa y de un apoyo social detrás que le otorgue legitimidad. El kirchnerismo con sus problemas, limitaciones y contradicciones, es un camino en ese sentido.
En los foros de internet existe lo que se llama la Ley de Godwin. Sería algo así como cuando alguien compara a algo que quiere descalificar con el nazismo se le da por perdida la argumentación. En discusiones políticas argentinas, uno debería poder aplicar una ley parecida. Dame el programa a aplicar y en un anexo la estrategia para llenar una plaza en apoyo del mismo, si no no vale. Podemos
abrir el debate sobre el nombre. Los marxistas, que gustan de la citas celebres y en especial si son en latín, podrían nombrarla la Ley de Rodas (por la cita de Marx “Hic Rhodas, hic salta”). La traducción criolla sería “Si boqueas, boxea”. En suma eso es la perónisis. Personalmente me inclino más por esa línea.

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