viernes, 22 de octubre de 2010

En respuesta

Sobre lo que paso ayer demás está decirlo que es el mismo sentimiento de penar que conmueve a todos, que algunos podrán describir mas elocuentemente que otros pero que todos sentimos igual. Esto trasciende banderas político ideológicas. Era un pibe de nuestra edad, era un limitante, y militaba por mejores condiciones de vida y trabajo de los trabajadores. Y le metieron un tiro. Ahora, uno quiere hacer un análisis sobre la respuesta que a uno le gustaría ver de parte del gobierno. Lo lógico es la búsqueda rápida y eficaz de los culpables, en todos los grados de implicancia. No solo descansando en la justicia, sino desde la política también. ¿Qué hace que no suceda lo lógico? Quizás el entrado de alianzas existente hacia el interior del complejo y heterogéneo mapa de actores sindicales. Sobre eso sí se puede hacer un análisis.
A veces el Movimiento se ralentiza. En algunas, que dieron para el debate, se puso el freno cuando había que pisar el acelerador. En el 55 dicen que había que sacar el ejercito a la calle, pero se aposto al tiempo y no a la sangre. El costo de esa decisión fue justamente sangre. Durante la Resistencia se llamó a desensillar hasta que aclare. Por suerte la juventú no escucho, y el resultado fue el regreso del Pocho a la Patria, o más importante la restitución de un gobierno democrático nuevamente para que la clase trabajadora elija a quien representaba sus intereses y deseos.
Hoy en día el Movimiento galopó en muchas: AUH, DDHH, Ley de medios (en la cual muchos aconsejaban desensillar justamente). En otras desensilló. Para el que no está versado en el dialecto peronista, desensillar es no ir al todo por el todo cuando la relación de fuerzas, asegurar posiciones y esperar para golpear cuando se puede. Eso justamente es peronisis, y no un análisis que pone y saca variables como en el laboratorio. En el terreno sindical, como fuente de sustento y apoyo, se recostó sobre los actores existentes  tal cual existen, sin hacer mucho esfuerzo en modificar su  dinámica. Ciertamente el modelo cgtista le ofrecía al gobierno mayores bases de sustento que el de la cta, en términos electorales, de movilización e incluso de representación. El Gobierno se recostó sobre eso, desensillando para no abrir frente de conflicto por todos lados y sin contar con las bases de apoyo necesarias. Pero esa base de sustento también tiene puntos de debilidad. Como bien diagnóstico Kirchner, algunos actores del justicialismo no son más que estructuras de poder vacías que ponen la vela para donde sopla el viento. En cuando cambia el viento, abandonan el barco y no ofrecen su poder de negociación para defender un programa en tiempos difíciles. De ahí que sea endeble. Desde ya, no es necesario aclarar que el modelo de Pedraza es bien distinto que el de Moyano, como lo explicitan las diferencias en las historias de ambos durante el menemismo, y el presente de ambos durante el kirchnerismo.
Como justamente, el arte de la política y leer la correlación de fuerzas no es siempre poner el freno y desensillar, ahora hay que apretar el acelerador en el frente sindical. No a nivel estructural, donde el unicato a nivel de confederaciones de tercer nivel debe mantenerse para dar un marco a la unidad estrategia de la acción sindical (aunque la unidad no es solo cuestión de ley, sino de política). Más que nada a nivel político, a nivel de dejar en claro quien conduce, con qué condiciones, bajo que pautas, que cosas se pueden permitir y que cosas no. Por un lado desde el punto de vista de la ética de la convicción. Simplemente uno no puede tirar a un grupo de trabajadores que pelean por condiciones justas. Pero además desde el punto de vista de la ética de la responsabilidad, el gobierno debe ejercer, sobre estos actores, con veloz y feroz justicia una disciplina férrea, que no deje lugar a dudas, a quiebres de cintura y ambigüedades sobre los alineamientos. Cuando las acciones de alguien que se considera aliado favorecen al enemigo, hay que empezar a considerarlo como tal. Y acá “alineamiento”, y “amigo-enemigo” no es en términos del kirchnerismo, sino de los intereses de los laburantes. Claramente la tercerización y precarización no puede ser nunca algo que defienda ni el sindicalismo ni el gobierno peronista. Ni hablar de tirarle como cagones a un grupo de trabajadores.

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